Las navidades de mi niñez
fueron un periodo mágico y emocionante. Se colocaba en casa un pino natural
adornado de bambalinas que llenaba con su aroma a toda la sala. Lo que más
anhelaba era la llegada paulatina de los regalos de las tías, tíos, primos y
amigos que se iban colocando debajo del pino, uno encima del otro y cada uno
con una tarjetica que decía, para y de. Los niños curucuteábamos cada
envoltorio, con la intriga de saber su contenido abriendo huequitos estratégicos,
para ver su interior. Recuerdo a mi hermana menor contemplar extasiada, por
largos periodos de tiempo al árbol encendido con sus lucecitas multicolores
titilantes. En La noche del 24, acudíamos a misa de
gallo en casa de mi abuela paterna, que tenía una capillita muy linda. A las
doce de la noche se oía misa para después reunirse en familia a comer hallacas,
ensalada de gallina y pan de jamón. Pero allí no abríamos los regalos. Teníamos
que esperar llegar a casa para ello. Indiscutiblemente lo más excitante de
toda la navidad era la llegada de San Nicolás. Los niños debíamos acostarnos a dormir y
madrugar el día 25, para ver debajo del árbol todos los juguetes que habíamos
anhelado durante el año! Recuerdo especialmente un jeep militar a pedales con
una estrella amarilla pintada en su capo, que no me esperaba, fué regalo
sorpresa, pero como lo disfruté! Así mismo, ya casi de 10 años, recibí un osito
con pilas que tomaba coca cola, y yo lo prendía una y otra vez, observando
maravillada como el líquido marrón de la botella pasaba como por arte de magia
a la boca del oso. No faltaron mis muñecas y jueguitos de té de porcelana
china. Mis hijos también disfrutaron de un generoso San Nicolás y yo con ellos
al verles sus caritas de asombro al encontrar sus regalos bajo el árbol. Ya vendrán
los nietos a darme ese placer de nuevo.
Encontrar mis Barbies debajo del árbol... best day ever :)
ResponderEliminarGracias por todo el esfuerzo ma, nunca logramos pillar a Mamá Noelle, nos quedábamos dormidos jejeje